domingo, febrero 18, 2007

Una izquierda democrática

EL FIN Y LOS MEDIOS
Juan Angulo
Allí está el caso de los dos principales dirigentes del PRD en Guerrero, Sebastián de la Rosa Peláez y Guillermo Sánchez Nava, el presidente y el secretario general del Comité Ejecutivo Estatal de ese partido. El primero es parte de la corriente Nueva Izquierda, y el segundo de la corriente de Los Cívicos, cuyos dirigentes nacionales están aliados en la perspectiva de institucionalizar a su partido para que éste deje de ser una formación sometida a las veleidades de sus caudillos.En particular Nueva Izquierda –Los Chuchos, como se les conoce más extendidamente– recientemente ha organizado foros de discusión y análisis a los que invita a periodistas y académicos que van y les dicen sus verdades sin tapujos. En uno de la semana pasada, por ejemplo, el maestro Miguel Ángel Granados Chapa les dijo que él siempre ha votado por el PRD, pero que no por eso se considera simpatizante de ese partido. El mismo autor de la leidísima columna Plaza Pública recordó allí mismo, en el foro de Los Chuchos, la famosa frase de aquel poema de José Emilio Pacheco, cito de memoria: ya somos lo mismo contra lo que peleábamos hace 20 años.
Los Chuchos cargan el estigma de ser considerados como el ala más pragmática del PRD, la más proclive a pactar, acordar, negociar no siempre de manera transparente con el poder y los poderosos. La que ha llevado a las filas de ese partido a personajes como José Guadarrama, cacique priísta de Hidalgo con fama de alquimista electoral, talento que aplicó con frecuencia a su actual partido. Pero la iniciativa de discutir abiertamente las viscisitudes y las tribulaciones del PRD es correcta y no debiera ser descalificada a priori.
No parece que haya condiciones para hacer un ejercicio similar en Guerrero, pero es deseable que Sebastián de la Rosa y otros Chuchos de Guerrero asistan a esos foros. Que vayan a la ciudad de México; que respiren otros aires políticos. Tal vez esto los vuelva más humildes, los haga poner los pies en la tierra y comportarse como políticos democratas y no como los sucesores del autoritarismo priísta.
Porque así se comportó el Comité Ejecutivo Estatal del PRD encabezado por De la Rosa, que llegó al extremo de convocar a una conferencia de prensa para responder con ataques personales a un artículo periodístico publicado en estas páginas por el secretario general del PAN, Ramiro Arteaga Allí, De la Rosa dijo que dirigentes de este partido están “involucrados” en el asesinato del ex diputado local Jorge Bajos Valverde. Se refirió explícitamente a Arteaga y al ex diputado federal Ángel Pasta Muñúzuri quienes, dijo, si la sociedad conociera “todo el entramado” del homicidio “no saldrían bien librados”. Pues hasta ahora han salido “bien librados”, porque el primero allí está, desempeñando sus actividades políticas como siempre; y el segundo fue simplemente dejado libre al día siguiente de su espectacular detención el 11 de enero, sin que desde entonces se le haya vuelto a molestar. Si la dirigencia estatal del PRD sabe que Arteaga y Pasta están “involucrados” en un asesinato ¿por qué no exigen que la Procuraduría General de Justicia del Estado solicite una orden de aprehensión contra ellos? No se sabe siquiera de ninguna protesta suya porque Pasta haya sido liberado. Y en el caso de Arteaga, ¿no leyeron la declaración del director general de RTG de que el secretario general del PAN nada tuvo que ver en la organización de la entrevista de Bajos la noche en que lo mataron frente a las instalaciones de Soy Guerrero? Porque en la historia fabricada por la Policía Investigadora Ministerial de eso se le acusa a Arteaga, de que puso a Bajos en el lugar escogido por sus asesinos para matarlo ¿o no? Hay mucha tela de donde cortar para criticar al PAN. Por eso huele a consigna que los dirigentes del PRD hayan concentrado su ataque a un adversario político, presentándolo nada menos que como un asesino. Fin de la discusión. Ese señor debe estar en la cárcel, no escribiendo artículos periodísticos críticos ni asistiendo a mancillar el sacrosanto recinto legislativo donde despachaba su víctima. Se ve como una actitud irracional.Una izquierda democrática, que se supone es lo que busca Nueva Izquierda, la corriente de Sebastián de la Rosa, debiera pugnar por una investigación seria y profesional del asesinato del diputado Bajos, y no hacerse eco a las primeras de cambio de investigaciones policiacas llevadas a cabo por agentes y jefes de una corporación desprestigiada como la ex Policía Judicial de Guerrero.
Si el PRD gobierna –o cogobierna– Guerrero, digo, es un decir, sus funcionarios en el gabinete y su dirigencia estatal misma debieron activarse de inmediato para sugerirle al gobernador la creación de inmediato de una fiscalía especial, o para advertirle al menos que no dejara la investigación del asesinato de un prominente diputado local en manos de policías acostumbrados a fabricar delitos y a torturar y a ponerse al servicio de los deseos de los poderosos.
Muy lejos de ello, el partido que debiera ser la conciencia crítica dentro del bloque político gobernante hace suya una historia, que no investigación, plagada de contradicciones y de puntos débiles, que llenarían más de una plana de El Sur.
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En la misma línea se encuentra el artículo publicado ayer aquí de Fernando Pineda Ochoa. El analista y político perredista termina su colaboración recordándonos la historia del partido de la derecha mexicana, luego de que al principio de la misma dibuja a un PAN guerrerense inexistente, y de que hace suya como si fuese la verdad revelada la historia de la Policía Investigadora Ministerial, de triste memoria para muchos compañeros suyos.
Dice Pineda que los presuntos involucrados en el asesinato de Bajos son “integrantes de la elite que se considera dueña de la franquicia del PAN”.
Se infiere que se refiere a Ángel Pasta y a Ramiro Arteaga. Pero el primero fue liberado por la Procuraduría, y en el PAN ni siquiera grupo político tiene; apenas lo quería formar aprovechando su cargo de coordinador de delegaciones de la Profeco, que le dio el presidente Felipe Calderón. Y el segundo es la primera vez que ocupa un cargo relevante en ese partido. Pineda se está confundiendo y ha de creer que el PAN sigue siendo dominado por Enrique Caballero Peraza y su familia, o que los actuales dirigentes son una herencia de aquél. Ni lo uno, ni lo otro.
Luego se refiere a los panistas detenidos como si fuesen miembros de alguna organización de fanáticos ultraderechistas; “...el odio que les impidió actuar de modo eficaz”, dice en una de sus frases. El odio que no impidió al ejecutor matar de un solo tiro, y a quemarropa, al diputado Bajos. Esa sangre fría, Fernando, esa precisión ¿es propia de un matón contratado por 20 mil, 50 mil pesos? ¿Te has puesto a analizar las mil y una contradicciones que tiene la investigación de la PIM?El análisis concreto de la situación concreta. ¿Qué pasó? ¿Dónde lo dejó el maestro Pineda? No estamos hablando del PAN en general, ni del PAN de Caballero Peraza, sino de un hecho concreto sucedido en un momento y en circunstancias muy concretas. A propósito, Pineda dice que “existen rumores de fuentes cercanas al poder federal, que (Pasta) fue liberado por órdenes directas de Felipe Calderón”. El dato duro que omite es que fue liberado por la Procuraduría General de Justicia del Estado de un gobierno que no es panista, al menos no formalmente.No hay torturas buenas y torturas malas, ni chivos expiatorios buenos y chivos expiatorios malos. Apoye Pineda una investigación seria e independiente; que demuestre de manera científica que un grupo de panistas conspiraron para matar a uno de los suyos solamente para ocupar una curul en el Congreso del Estado, y verá como ese partido no sólo se vuelve más chiquito de lo que es en Guerrero, sino que se derrumba y se deshace y desaparece de la escena política.Una izquierda democrática abogaría por una investigación de esas características. Una izquierda autoritaria, no.

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