miércoles, diciembre 06, 2006

El cuidado de las palabras

Ramiro Arteaga Sarabia


No siempre es fácil decir lo que se quiere expresar. Es innegable que el Presidente Fox tenía en la expresión lingüística una de sus principales virtudes y uno de sus más graves problemas.

Todos los caricaturistas políticos señalaban este rasgo que se convirtió en sello de su mando: la lengua rodeaba todo su cuerpo, señalaba a sus adversarios con frases y errores que se integraron al imaginario colectivo del mexicano: “tepocatas, tabasquismo, ciertamente, Bórgues (sic)”, y un largo etcétera.

Esta misma forma de hablar lo convirtió en un Presidente popular, carismático, alguien que se expresaba en el lenguaje de la gente, el “ranchero” que no le importaba perder el estilo con tal de establecer un diálogo franco con los gobernados.

Es de todos sabido que el Presidente Fox no era alguien especialmente cuidadoso en el desarrollo de su lenguaje. No le resultaba particularmente importante.

Este estilo contrasta con la manufactura discursiva del Presidente Calderón, los detalles ya comienzan a ser significativos y a demostrar que estamos ante la presencia de un liderazgo distinto.

El discurso de Calderón, del 1 de septiembre, fue una excelente pieza oratoria. En él, además de las directrices de su gobierno, Felipe se percibe como un Presidente cuidadoso de las palabras que enuncia, letrado, riguroso en la construcción del discurso y eficaz en el desarrollo del mensaje.

Destaca la sobriedad del tono y la mesura de las palabras que escoge. En su primer discurso a la nación con la investidura presidencial, Calderón trajo para sí y para el proceso de legitimación que inicia, las banderas de austeridad e igualdad que enunció la izquierda mexicana.

Asimismo, dio instrucciones claras a su gabinete en torno a las tres grandes zonas de oportunidad de su gobierno: la seguridad de los ciudadanos, el combate a la pobreza extrema y la generación de empleos.

Felipe fue hábil en la construcción simbólica del discurso, presentando imágenes del país que quiere construir con el apoyo de los mexicanos.

No olvidó referir a las diferencias con sus adversarios y al clima político polarizado que vivimos y que se expresó en los funestos incidentes previos a la toma de posesión.

El marco referencial que hizo de la realidad le permitió enfocar los grandes problemas de México y, sobretodo, hablar de lo que viene, del porvenir que podemos concretar.

El inicio del sexenio del Presidente Calderón, expresado en los actos de la toma de protesta y el discurso del Auditorio Nacional, generó grandes expectativas entre los mexicanos. Fue el final de un largo y desgastante proceso de elección y cambio del poder en México.

Lo importante es que las palabras ya se están transformando en hechos, como el decreto presidencial que elimina un 10 por ciento de los salarios del poder ejecutivo, con el subsecuente ahorro que puede canalizarse a programas sociales.

Otros párrafos del discurso de Calderón, se irán transformando en realidades con el paso de los días.

La sobriedad de las palabras utilizadas en la hechura de los compromisos de este gobierno, nos dan la pauta para creer que sí son viables, que sí se podrán realizar.

Confiamos también en que el Presidente de México conserve esta sobriedad y este cuidado de las palabras que utiliza, ambos serán claves para el desarrollo de su plan de gobierno y para la consolidación de una Presidencia que antes del 1 de diciembre era duramente cuestionada y hoy comienza a autolegitimarse.

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