martes, noviembre 14, 2006

Sociedades

Ramiro Arteaga Sarabia

Quisiera dejar en claro el sentido del voto del PAN en contra de la iniciativa de ley de sociedades de convivencia impulsada por la fracción perredista de la Asamblea Legislativa del Distrito federal (ALDF).

Es una cuestión de fondo.

El PAN es una institución política que históricamente ha defendido la vida.

En sus principios se habla del don de la vida como el eje central que da sentido a otros preceptos necesarios para la felicidad de los hombres, como el bien común y la solidaridad.

Estas nociones tienen su sustento en una visión antropológica del ser humano, cuyas notas centrales serían la libertad de elección, su compromiso en la preservación de la vida y su relación solidaria con el prójimo.

Cuando esta proporción se rompe, es cuando surgen los totalitarismos y emerge la decadencia social.

En la preservación de estos valores tiene una participación central la familia, no entendida a ésta como un concepto jurídico o demográfico, sino como la unidad en donde las y los miembros de ella, adquieren una visión del mundo, un lenguaje y una serie de principios que los van a regir toda su existencia.

Principalmente, es el lugar que la realidad natural ha dispuesto para la preservación de la vida.

En las relaciones homosexuales no es posible la preservación del ser humano.

Lo anterior no es una negación, ni mucho menos un rechazo a la inclinación homosexual. Como todos sabemos y reconocemos, existen personas que han optado por tener relaciones con personas de su mismo sexo. El PAN nunca legislaría en contra de estas personas.

El problema radica en tratar de institucionalizar la homosexualidad, en operarla para fines políticos, en tratar de negar y aplastar a quienes optamos por la preservación de la vida y de la familia.

El voto del PRD en la Asamblea Legislativa fue un vil “mayoriteo”, los 38 diputados que votaron a favor de la Ley de Sociedades de Convivencia olvidan los datos de la ciencia, de la religión y de la historia; para pugnar sólo por una idea de equidad que únicamente podrá derivar en una justicia pervertida.

Conozco homosexuales que aman honestamente a sus parejas y no están en espera de una ley para poder amarse, por lo tanto son los menos interesados en impulsar una ley de este tipo. Al contrario, quienes insisten en concretar esta Ley, lo hacen, fundamentalmente, para capitalizar los votos de este sector de la población.

No tardarán los oportunistas en intentar realizar una versión guerrerense de la Ley de Sociedades de Convivencia.

Como sucedió el 9 de noviembre de 2006 en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, el voto responsable de los diputados del PAN será a favor de la vida.

www.arteagasarabia.blogspot.com