miércoles, enero 16, 2008

Obama y lo alternativo

Obama y lo alternativo

Ramiro Arteaga Sarabia

Es para destacar el peso de los liderazgos alternativos en los procesos electorales recientes.

Pienso que desde Collor de Mello esto se ha venido estudiando en Latinoamérica. Como recordaremos, Collor de Melo compitió en la elección para la presidencia de Brasil a la cual llegó, fundamentalmente, por tener fama de guapo.

Con un mismo voto “emocional” el “chinito” Fujimori conquistó la Presidencia de Perú. Los votantes de clase media y baja lo consideraron para la alternancia por su fisonomía étnica, distinta a las élites o, por lo menos, más cercana a los indígenas.

Qué decir del fenómeno Hugo Chávez en Venezuela o Lula en Brasil.

Lo alternativo es la expresión de lo distinto, de lo diferente, como cuando alguien elige una marca nueva o un nuevo estilo, sólo para probar o para sentirse especial. Cuando alguien explora las formas rituales de oriente o se inclina por un canal de televisión distinto o una música que adopta ese mismo adjetivo: alternativa.

¿Qué enseñanza política podemos reconocer en esta nueva forma de experimentar lo social?

¿Será sólo una nueva expresión de la decadencia de la política?

Pero la política, al ser una concreción, no puede medirse con generalizaciones, es decir, depende de la persona, del ser humano, de sus decisiones.

De esta forma tenemos el gobierno alternativo de Félix Salgado, la presencia global de Chávez, verdaderos desastres; o la posibilidad de un presidente negro para Estados Unidos. ¿Esperanza?

Al respecto, León Krauze escribe en Excelsior (6 de enero de 2008), “Es difícil calcular el poder mediático que tendría un hombre de color, con una biografía informada por la diversidad y la reflexión sobre la identidad propia y ajena, que se asume embajador de un país como Estados Unidos. Baste imaginar, por ejemplo, lo que haría la fotografía de este hipotético presidente Obama en las calles de Pakistán o los cafés de Teherán. Sólo con su rostro, Obama rompería con buena parte de los esquemas que tanto daño han hecho al buen nombre de Estados Unidos en el mundo.”

La tendencia del electorado hacia los candidatos alternativos podría tener su confirmación más honda en la carrera presidencial del imperio norteamericano.

Pero esta tendencia es sólo un dato, es moralmente neutra y sólo confirmará su bondad o malicia en las decisiones de quienes encabezan un gobierno específico.

Obama resuena a esperanza, en él lo alterno se revela en formas de inteligencia y sensibilidad política, no así en el discurso de palabrería de Chávez, en la telenovela de Sarkozy, en las revueltas totalitarias de Muzfarath, en las incongruencias de López Obrador.

Así, “lo cierto es que, por increíble que parezca, Barack Obama parece haber conseguido mover suficientes conciencias y emocionar suficientes corazones como para comenzar la primera gran renovación de la política de su país en el siglo XXI. Ya era hora.” (Krauze en Reforma del 6 de enero de 2008)

Ojalá lo alternativo sea, no la ocurrencia o el enunciado fácil, sino la esperanza. Esas que, en cierto sentido, Obama representa.

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