miércoles, abril 02, 2008

Hugo Sánchez y Félix Salgado

Hugo Sánchez y Félix Salgado

Ramiro Arteaga Sarabia

Lo que hunde a Hugo Sánchez es el abismo entre sus frases desafortunadas y sus acciones. El Pentapichichi había prometido una medalla olímpica, ser campeón del mundo, no convocar a nacionalizados, conquistar la Copa de Oro y otros sueños guajiros. Nada de eso cumplió, por eso, su salida, era la crónica de una separación anunciada.

Lástima que no podamos hacer lo mismo con el alcalde de Acapulco. Los disparates y las ocurrencias, las promesas y los dichos, siguen resonando en nuestras orejas mientras él sigue disfrutando de la impunidad que su mando le confiere.

Prometió no permitir actos de corrupción en su gobierno ¿qué ha sido CAPAMA en este trienio?, ¿por qué se esfuerza por tener a su compadre Castro Salas al frente de este organismo?

Prometió que su gobierno no daría ningún bono ¿por qué se deja chantajear entonces por los regidores?, ¿por qué no sale él, de su boca y su conciencia a denunciarlos, por qué se esconde ante esta patraña?

Prometió tomar en serio su investidura ¿por qué sólo lo vemos concentrado y dispuesto en la chorcha?, ¿por qué sólo es feliz en el mítin? Por ejemplo, ¿qué diablos tiene que hacer una autoridad encabezando una concentración frente a una oficina de gobierno cuando lo pactado era una reunión de trabajo?, ¿por qué recurrir a una estúpida maniobra de presión, no basta sólo con los argumentos racionales y las cifras?, ¿con qué autoridad moral podrá nuestro alcalde exigirle a los líderes sociales del puerto que no cierren calles, que no tomen la vía pública cuando es una práctica recurrente en él y en su silvestre entendimiento de la política?

Félix ha perdido la única potestad real de los seres humanos: la integridad de su palabra. Sumido en la polución de sus mentiras, depositado en la cloaca del engaño, Salgado Macedonio piensa que ir de promesa en promesa y de mentira en mentira es una forma de ser político. La historia nos demuestra que un gobierno sustentado en la mentira sólo puede ocasionar corrupción, degradación ética y ruina económica. El ejemplo de Estados Unidos es, en este sentido, paradigmático.

En el círculo rojo, pero también entre los habitantes de Acapulco, se está acuñando una frase crítica: “Félix es el peor gobernante en la historia de Acapulco”.

El peor es, ser menos capaz que López Rosas y que los tristemente célebres: Manuel Añorve, Rogelio de la O, Juan Salgado Tenorio y otros de la misma calaña.

Si el gobierno de Salgado Macedonio se calificara con base en resultados, estaría frito. ¿Cuál es el balance de sus ocurrencias?, ¿de qué ha servido el absurdo programa de “En Acapulco no se infracciona al turista”?, ¿de qué ha servido su pugna con el gobernador, o con el director de la Conagua?; ¿qué le debe Félix al Director de CAPAMA que es capaz de tenernos a los acapulqueños con un pésimo servicio de agua potable con tal de sostenerlo?

La mentira y la utilización cínica de las personas para el logro de fines políticos acerca a Félix a los líderes corruptos del antiguo régimen. A estos hombres, como a Salgado Macedonio, poco les importaba llevar a “su gente” a batallas pírricas con tal de seguir teniendo el poder. Félix sabe que miente en el tema de CAPAMA, sabe que la corrupción está presente en la camarilla que domina el organismo paramunicipal.

Es más fácil para él movilizar a mil personas que reconocer que se equivocó. El error de Hugo, fue no tener la fuerza interior para reconocer que él era un actor fundamental en el fracaso del Tri.

Como a Hugo, a Félix no le queda otra salida, sólo la renuncia.

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