jueves, febrero 21, 2008

Pesimismo razonado

Pesimismo razonado

Ramiro Arteaga Sarabia

Se necesita, junto a las reformas legales, una reforma ética de la política. No bastan sólo los decretos, importantes por cierto, se requiere un cambio de ruta.

Mientras sean los presupuestos de Maquiavelo, y la visión de lo humano sea la de los enciclopedistas y los liberales, la estrategia suplantará a la convicción y un mundo siniestro seguirá siendo el que habitamos.

Las conclusiones de los políticos son, por decir lo menos, rastreras.

Constituye un valor el “chingarse” a un enemigo, incluso dentro de una misma estructura política.

Es un éxito ganar una elección al costo humano y económico que sea. Es lo importante. Se validan todo tipo de artimañas y juegos sucios con tal de obtener un logro político.

¿Desde qué principios se podría construir esta otra política?

Por ejemplo, si lo que se requiere es una revolución ética, las iglesias podrían ayudar a edificar seres humanos con esta visión trascendente de la política.

Podrían, asimismo, proponer nuevos discursos, nuevos métodos de acción política, métodos donde se promuevan a los propios políticos, ayudarnos para que seamos más felices.

¿Quién puede, en un momento de lucidez, sentirse tranquilo cuando sus decisiones son egoístas, cuando se ha luchado no por la verdad o el bien, sino para satisfacer un interés mezquino?

¿Quién es feliz cuando tiene que enfrentar la mirada inquisidora de los pobres, de los excluidos?

¿Quién se complace ante la mentira, ante la máscara pública, ante las interrogantes de nuestros hijos y amigos?

Las iglesias y quizá también las universidades podrían también denunciar la terrible corrupción que impregna a las estructuras de la política de Guerrero y de todas sus instituciones.

Corrupción que se ha transmitido a los ciudadanos, quienes nos hemos acostumbrado a vivir con ella, a tolerarla y a fomentarla.

Mi pesimismo es razonado, porque proviene de una lógica y de una observación de la realidad. Implica, también, en el fondo de mi pensamiento, una posibilidad mínima de esperanza.

No sé si me toque ver el triunfo de esta esperanza que en Guerrero significaría, entre muchas otras cosas, una comunidad política democrática, de lucha por eliminar las exclusiones, de respeto a los derechos humanos, de promoción humana y de tolerancia cero a la corrupción.

Ojalá tus hijos y mis hijas sí puedan ver un estado así, o sus hijos, o nietos.

www.arteagasarabia.blogspot.com

martes, febrero 19, 2008