jueves, noviembre 15, 2007

¿El gobierno que nos merecemos?

¿El gobierno que nos merecemos?

Ramiro Arteaga Sarabia

Es lugar común decir que la sociedad tiene el gobierno que se merece. ¿Tanto mal nos merecemos?, ¿tan mal hemos hecho las cosas como sociedad?

Acapulco toco fondo después de la catástrofe del huracán Paulina. Las secuelas nos revelaron el desastre ecológico, la invasión de tierras, el desprecio por los seres humanos y por el entorno, la ausencia de proyectos de desarrollo urbano, el crecimiento anárquico de la ciudad y la corrupción en forma de paso a desnivel, de venta de predios en zonas irregulares, de utilización de la pobreza y de la falta de una casa con fines políticos.

La pereza y la absoluta falta de liderazgo del Presidente Municipal durante el Paulina fue la evidencia de la clase política que se llenaba los bolsillos con CAPAMA y que se había sostenido en el sueño guajiro de recuperar la presencia internacional del puerto.

En ese momento, entre los cerros desgajados, las enormes piedras en las calles y los cuerpos en medio de un paso a desnivel inundado, pensamos que nada peor podría ocurrirle ya a nuestra ciudad.

Nos equivocamos.

Tres gobiernos en línea, del mismo partido, pero de distintas tribus, han terminado por destruir lo que nos quedaba.

Los hechos son abrumadores: el Boulevard de las Naciones, la entrada a Acapulco, el acceso al Acapulco Diamante yace semidestruida.

Es una calle con inundaciones cíclicas, zonas empantanadas, lodo y se ha convertido en cementerio de vehículos.

Las licencias de funcionamiento entregadas a diestra y siniestra colocan a un buen número de colonias en el escenario ideal para ver las mismas escenas de Villahermosa y Chiapas.

Los índices de contaminación de la Bahía de Santa Lucía crecen, en algunas playas es un riesgo bañarse.

La inversión decrece, los negocios no perduran. Lo peor es que hemos dejado de creer en que las cosas pueden ser distintas.

Un sentido de derrota generalizada se apodera de nosotros cada vez que caemos en cuenta que, por ejemplo, tenemos un presidente como Félix Salgado Macedonio.

Uno de los problemas de este señor es el no darse cuenta del lugar privilegiado que ocupa. En ser omiso ante la realidad que lo circunda, en ser rehén de los poderes fácticos de la administración y de la corrupción en la que opera su grupo más cercano de colaboradores.

En este gobierno de chicle que suplica a los narcotraficantes dejen en paz al puerto, la ocurrencia se ha convertido en práctica cotidiana y no se hace nada, nada, por solucionar los problemas más apremiantes de la ciudad.

Todo se consume en las ocurrencias de barrer, decir una broma, prometer y prometer sin cumplir.

¿Nos merecemos un alcalde de esta calaña?, ¿es éste el ideal de gobierno para una ciudad como Acapulco?

Da pena el estado de nuestra ciudad. Da pena el gobierno de Acapulco.

www.arteagasarabia.blogspot.com

martes, noviembre 13, 2007