miércoles, octubre 04, 2006

No se olvida

Ramiro Arteaga Sarabia

Como muchas realidades históricas de México, el 2 de octubre de 1968 tiende a mitificarse.

Los mitos crean bajo su estela grupos de seguidores cuyo único propósito es preservar el legado original, la verdad revelada.

¿Es realmente importante el suceso del 68 al nivel de convertirse en un nuevo mito fundacional de México a la altura del relato de la edificación de Tenochtitlan o la cronología de sucesos de las apariciones de la Virgen de Guadalupe?

Para recordar la matanza de Tlatelolco, en varios estados del país y en el Distrito Federal se organizaron múltiples eventos, marchas sobretodo; Guerrero no fue la excepción.

Aquí, grupos de maestros y alumnos, principalmente de la Universidad Autónoma de Guerrero, decidieron sitiar la capital del Estado y bloquear la Autopista del Sol para “recordar los trágicos acontecimientos de Tlatelolco y mostrar nuestro apoyo a los hermanos de Oaxaca, a los de la APPO”.

Además de las palabras y la referencia histórica, ¿qué une a estas personas con el Comité Nacional de Huelga?

La respuesta debe ser contundente: nada.

Los jóvenes, como lo revelan diversos estudios a nivel mundial y en particular el del Instituto Mexicano de la Juventud, tienen poca esperanza en que las cosas puedan cambiar, son predominantemente apáticos, no les importan los grandes ideales; vamos, no buscan construir una Tierra Nueva.

La generación del 68 era distinta; fascinados por la utopía socialista creían en la llegada de una sociedad sin clases; se aferraban con todo por la construcción de un México distinto; claro, no todos, pero era evidente el entusiasmo que se observaba en las calles, la toma de plazas, etcétera; cuesta trabajo no sentir nostalgia por ese estado de ánimo de la juventud.

Por lo menos no se conformaban con la situación del país. Por eso muchos se expusieron al peligro de morir, más de uno tenía la certeza que eso podía suceder; dentro de una línea de pensamiento eran héroes.

¿Cuántos de los que salieron ayer a las calles estarían dispuestos a entregar su vida por un ideal, por una causa, por una ideología, siquiera por sus amigos?

No comparto la ideología que llevó a estos jóvenes a encabezar el movimiento estudiantil del 68; pienso que en su mayoría fueron manipulados por oscuros intereses políticos; estoy convencido del absurdo histórico de sus demandas; pero no dejo de pensar y de creer en la firmeza de sus convicciones particulares, en su esperanza, en su alegría.

Añoro ser parte de una juventud de este tipo, dispuesta a sacrificarse, convencida de que su participación es vital para construir un México distinto, un México ganador.

Esa debe ser la enseñanza espiritual del 68, eso es lo que nunca debemos olvidar.

El resto es pura pantomima.

www.arteagasarabia.blogspot.com