miércoles, abril 04, 2007

La prosperidad ficticia

Ramiro Arteaga Sarabia
www.suracapulco.com.mx

Ciudad Altamirano, 12:00 horas. El termómetro del coche marca 38 grados centígrados.
El golpe de calor es más fuerte. Los rayos del sol al sacudir el pavimento, se meten hasta dentro de los ojos y los lastiman. Todo es brillante y una especie de vapor invisible convierte a esta ciudad en un espejismo.
El calor es tan intenso que dan ganas de meterse a una tina o salir corriendo.
Y eso que aún no empiezan los calores fuertes, nos dice una señora que vende agua de tamarindo afuera de una casa.
No se puede estar tranquilo en casi ningún lado, la sombra de los pocos árboles esparcidos por la ciudad no alcanza a compensar el sopor de un sol que se avienta sin pudor sobre los calentanos.
¿Quién puede vivir aquí?, pregunta un joven nacido en el Altiplano de México.
Sin embargo, desde los anuncios de la carretera que apuntan a Ciudad Altamirano, la carretera cambia, el asfalto se ve de buena calidad. A media hora de Ciudad Altamirano, la carretera luce mejor que el estado actual de la Autopista del Sol.
La cuasiautopista tiene luminarias y un camellón en el centro. Se llega a la ciudad y se aprecian un mirador y restaurantes que ofrecen carnes y mariscos de excelente calidad.
La avenida central nos lleva a una plazoleta donde se perfila un monumento a la Patria. Todo excelentemente cuidado.
En los costados de las calles se asientan muchos negocios de electrónica, autopartes, sonidos para coches, junto a tiendas y negocios de venta de mariscos, comida china, hoteles, farmacias.
Todo huele a prosperidad. En las cales circulan autos y camionetas en perfecto estado, algunas de lujo.
El calor aumenta junto a las ganas de salir de este espejismo.
¿Por qué estas escenas de prosperidad en una tierra que parece un desierto?
¿Cómo llegan los recursos y los bienes a esta ciudad ubicada en el centro de nada, lejana de la costa, de las capitales?
Ciudad Altamirano es un espejismo de los poderes fácticos que siguen ejerciendo su dominio en casi todo el estado, solapados por un gobierno estatal que no consigue enfrentarlos y superarlos.
La ciudad y la región se consumen en la fragua de la lógica neoliberal que lleva recursos y todo el embalaje comercial del mundo a esta zona, impidiendo el desarrollo real de la gente de Tierra Caliente y, sobretodo, convirtiendo a sus habitantes en víctimas del fuego cruzado entre quienes detentan el poder real de la plaza.
Ciudad Altamirano, 15:00 horas. El calor infernal no impide ver al fondo de la calle, los trazos de Michoacán.
Cruzamos la avenida mientras gente alborotada alrededor de un coche anuncia una nueva ejecución, otra más.
El conductor relata la historia de quien alcanzó a esconderse en un banco para evitar ser ejecutado y nos dice que pronto iniciará la movilización policiaca para detener a quienes cometieron este crimen.
Pero ya no los van a encontrar, dice desconsolado. Ya se fueron, ya no están.

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