miércoles, noviembre 08, 2006

Perdemos todos

Ramiro Arteaga Sarabia

Advertimos “focos rojos” en Guerrero y en México. Es evidente que, por encima de los partidos políticos, se requiere una participación social más decidida.

Los partidos hemos demostrado una severa ineficacia para generar mejores condiciones legales para el desarrollo de los mexicanos.

Enfrascados en la consecución de puestos de poder y escaños legislativos, las tareas de los actores políticos se han convertido en una serie de esfuerzos inútiles y mezquinos.

Comúnmente se olvida que el único reconocimiento posible para el político no sucede en la inmediatez de un puesto de gobierno, sino recae en la historia.

Por lo tanto, pensar que la vocación política se concreta en una diputación o una presidencia municipal, es reducir la política a nada.

Nadie puede negar los deleites que traen consigo las dietas y el poder en sí que viene aparejado a una diputación federal o a una senaduría.

Pero, en términos humanos y, sobretodo históricos, tales dietas resultan muy poco, son nada.

Porque en esos cargos y en toda vida humana existe la posibilidad del compromiso solidario y existe la posibilidad de la ética.

Precisamente, todos los focos rojos que se observan: asesinatos, la insurrección en Oaxaca, bombas en el D.F., guerras de narcotraficantes… surgen del debilitamiento de la ética.

Las personas olvidan la opción del compromiso solidario y la sociedad se convierte entonces en el escenario de una lucha inhumana por imponer una verdad parcial y controlar territorios y capitales.

En este escenario, perdemos todos.

En Oaxaca, por ejemplo, pierden los maestros al ver convertida su vocación en un circo pseudorevolucionario, pierden los gobernantes ante la historia y el descrédito, pierden las fuerzas federales al golpear y recibir piedras.

Y, sobretodo, pierden los niños y las familias, los trabajadores; rehenes de una lucha que ya nadie entiende.

En Guerrero, hemos perdido todos durante muchos años, los actores políticos son, en general, mezquinos e irresponsables; impulsan sus carreras políticas con presupuestos públicos, siempre buscan los foros y reflectores, viven demasiado bien, en oposición a una masa cada vez más indigente, pasiva e ignorante.

También perdemos los partidos políticos actores-víctimas de este círculo obsceno y degenerante.

Todos ayudamos a encender los focos rojos de inestabilidad que han surgido en nuestro país y en Guerrero, y que son nombres que se han incrustado en el análisis político y en la vida de una nación: Cercenados, Ayotzinapa, normalistas, Metlatónoc.

No son la vía, pero es imposible negar que muchas de las actitudes de la clase política mexicana contribuyeron al surgimiento y a la legitimidad de estos mismos actores.

Se requiere pues de una transformación ciudadana que estos grupos no van a lograr, reconozco la bondad de sus demandas, no comparto la radicalidad de sus formas.

Ojalá los partidos políticos podamos ayudar a esta transformación necesaria y urgente.

www.arteagasarabia.blogspot.com

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