jueves, julio 05, 2007

La victoria que sí fue



La victoria que sí fue

Ramiro Arteaga Sarabia

En la televisión las proporciones se pierden, la gente es distinta, crece o se achica, se deforma… así vi la pantalla toda la madrugada hasta el amanecer del 3 de julio de 2006; miré a quienes salían a declarar su victoria, hasta que la celebración llegó en otra madrugada y los gritos de júbilo y Manuel Espino y Felipe Calderón levantaron los brazos.

El PAN repetía en la presidencia, permaneció a pesar de los embates del neopopulismo, de las propuestas del pasado, de la demagogia, que sólo traerían nuevas crisis económicas y pobreza.

En la mañana del 2 de julio todos pensaban que el neopopulismo lograría la victoria con un margen estrecho.

La nueva mañana, la del 3 de julio, perfilaba ya el triunfo de Felipe Calderón y de su equipo joven, esos mismos que hoy son Secretarios de Estado o están con él en la mayor parte de las decisiones trascendentales.

Se ríen, se ve que se llevan bien. Javier Lozano bromea con César Nava y con Germán Martínez, se abrazan, están contentos. Frente a ellos, Juan Camilo Muriño encarna el peso de la responsabilidad al frente de la Oficina de la presidencia.

El Presidente de México mira una sala llena de la clase política panista, gobernadores, delegados, miembros del CEN; de ese núcleo saldrá el próximo candidato a la presidencia de México, los nuevos gobernadores, el nuevo presidente nacional del PAN, quizá algún nuevo integrante del gabinete.

Algo le dice Felipe a Margarita Zavala en el oído… Espino habla del partido como la casa del Presidente, lejanas parecen las disonancias entre ellos, se abrazan y reviven juntos el día de la victoria que sí fue.

Calderón habla del futuro, de los retos del país, reitera sus compromisos y apuesta por un partido fuerte, cita a los símbolos históricos del panismo, revela que su gobierno emana de la fuerza histórica esta institución política.

Afuera, los truenos anuncian la tormenta que viene y los tiempos difíciles. Junto con Felipe todos salimos al patio donde en un templete podemos ver a Luis H. Álvarez, a Carlos Abascal, Manuel Espino, José Espina, Felipe Calderón y Margarita Zavala… un entonado joven canta las vernáculas canciones: El rey, Volver y la Canción mixteca.

Fuegos artificiales, globos y la fiesta que viven quienes triunfan a pesar de los pronósticos contrarios.

Fue una fiesta sobria, centrada en la palabra, con la presencia del núcleo político que posibilitó el triunfo de Calderón en la contienda interna y luego arrebató, en el último minuto, la Presidencia al candidato del neopopulismo.

¿Qué lectura dar a este evento lleno de símbolos?

¿Ocurrirá una nueva victoria en 2012?

¿Saldremos a festejar como esta noche, bajo la lluvia y las luces multicolores?

El Presidente Calderón reconoció la formidable tarea que la historia y la democracia le permitió desarrollar junto a su equipo de trabajo. Precisó lo mucho que puede hacer el gobierno para abatir los problemas de México, contagió de su visión que va más allá del 2012.

Realizó un nuevo llamado al panismo y a los mexicanos para construir el México del futuro, de acuerdo a la visión trazada en la campaña, congruente con los principios y valores de Acción Nacional.

Al salir, al mirar los restos de la fiesta, el lugar vacío, miré un ejemplar del órgano de comunicación del partido: La nación, en portada, la actual edición publica la necesidad del PAN de abrirse a la sociedad… mientras sobre una de las paredes de las oficinas del Comité Ejecutivo Nacional se despliega una gigantesca lona con un mensaje contra el neopopulismo que cimbra la libertad del continente: RCTV somos todos.

Porque, pese a la visión deformada de la televisión, siempre será mejor la oportunidad de decidir qué ver y cuándo verla; y no, vía el poder, cerrarla para siempre.

www.arteagasarabia.blogspot.com

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